Los límites de una esclava son murallas que se levantan entre ella y su Dueño, entre el si y el no. Al fin y al cabo establecerlos es un acto de decisión suprema y un ejercicio de poder
Hace mucho, mucho tiempo.... érase una vez una aspirante a sumisa. Así podría comenzar esta historia. Esa aspirante había leído, se había preocupado en informarse y culturizarse al respecto y encontrando que uno de sus deberes era comunicar sus límites para mejor conocimiento de sí misma en la relación con su posible dominante se dedicó con esfuerzo a elaborar una lista infinita. Tan infinita como era su visión del BDSM porque a ojos experimentados tal vez resultara ridícula por tantos aspectos como había obviado debido a su ignorancia.
Evidentemente cada vez que iniciaba una conversación el tema era de los principales. "Cuales son tus límites?" Y en ese momento ella plasmaba todo aquello que no estaba dispuesta a realizar bajo ningún concepto y en ningún lugar.
Llevaba varios días hablando con El embrujada por Sus palabras y entonces fue consciente de.. oh... error.. peligro!! No le había comunicado debidamente sus límites, aquellas barreras infranqueables que tanta importancia revestían!! Decidida abordó la cuestión...
"- No me has preguntado mis límites
- Es cierto
- Te los digo entonces no?
- Dimelos"
El no demostró gran interés en el asunto pero aún así ella pensó que había acertado con su propuesta. Seguramente se trataba de un descuido. Y de su cabecita a su boca pasaron una a una los meditados condicionantes para su relación. Debían quedar claros por supuesto! El comenzó a reirse, con una sonrisa franca y clara que la desarmó. No sabía interpretar si era motivada porque su lista era corta, o larga, inverosimil, estúpida... Y se quedó mirándole expectante
"- Bien has terminado?
- Si claro
- No se te olvidará ninguno verdad?
- No, no. Los llevo mentalmente apuntados.
- Pues anota. TU NO TIENES LIMITES. LOS UNICOS LIMITES QUE EXISTEN SON LOS QUE YO TE IMPONGA. JAMAS TU A MI."
Real como la vida misma esta conversación se desarrolló en términos similares hace seis años. Mi reacción fue quedarme estupefacta. Debía de tratarse de una broma que yo no lograba captar o un malentendido por ambas partes. Al fin y al cabo no le conocía prácticamente de nada. Algo no estaba bien.... pero indiscutiblemente dentro de mí sentí que TODO EMPEZABA A ENCAJAR. Si lograba dejarme llevar de ese modo, sumergirme en El de esa manera, confiar hasta tal punto..... sería lograr mi Sueño. Pero El pretendía mucho de mí. Demasiado?
Hoy... transcurrido el tiempo soy yo la que sonrío al recordar aquellas palabras. Me fuí entregando sin mencionar jamás la palabra límite, que como por arte de magia desapareció de mi vocabulario. Mientras El fue entrenándome pacientemente, con la sutilidad de lograr hacer míos sus deseos poco a poco y moldearme según su supremo entender. Hoy estoy completamente en sus manos, física, emocional y económicamente. Y esa es mi felicidad. Si lo pienso establecer límites era para mí un ejercicio de poder... o mejor dicho... de control... de intentar controlarme a mí misma. Ni yo misma me fiaba de mí. Ahora no es necesario. Puedo descontrolarme todo lo que quiera. El está ahí siempre con su mano firme. Puedo volar tan alto desee... El me empuja para recogerme después.
Ya no hay límites. Como siempre El tenía razón y el tiempo lo ha demostrado.