... la mezcla de excitación, de humillación, de deseo en dosis tan enormes deben pertenecer a otro mundo....
Ojos cerrados. Me incorporo. Escucho el click de la cisterna y el agua caer... una vez... dos... tres..... Me tranquilizo. Entreabro los párpados. Todo luce limpio y huele a fresco.... recupero poco a poco el ritmo de mi respiración. Aún mantengo mi pelo recogido en la nuca en un intento de autoprotección invisible. Siento caricias, susurros en mi oido, manos que suave pero firmemente recorren mis caderas y dibujan el camino hasta mi cuello para..... de repente aprisionar de nuevo mi cabeza. Me embiste.... como puedo esta así de empapada? El se da cuenta. La verguenza es infinita como infinita mi humillación sintiendome tan perra. O eso pensaba... eso pensaba hasta el instante en que mis rodillas se doblan, mi cuerpo se arquea bajo su fuerza y mi cara baja....... baja..... baja..... de nuevo.
Ojos cerrados. Esto no me está ocurriendo. No puede ser... la mezcla de excitación, de humillación, de deseo en dosis tan enormes deben pertenecer a otro mundo..... El de las pesadillas o el de los sueños... depende quien sea el protagonista.. sus pasiones y sus temores.
Baja.... baja.... baja....... y una orden "SUELTATE EL PELO". Estoy segura de que nada es real. Pero... de repente.... el ruido de la cisterna..... el agua fría, helada, recorre mi frente. Salpica mi cara. Congela mi orgullo y lágrimas exorcizadas surgen desde mi alma. Erguida contemplé el agua goteando de la melena ... descubrí mi imagen en el espejo........ y reconocí a la esclava que vive en mí y puse nombre a la perra que desea servir a su Dueño. El castigo estaba siendo infringido..... el perdón había llegado y la serenidad renacía en la sumisa.
Completamente inmóvil esperé una nueva indicación.....
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