
El no comprendía el motivo pero acaso podía yo explicarlo dentro de mi desasosiego? Cerraba los ojos y lo único que deseaba era escapar con El. Escapar lejos... lo más lejos posible. Y para mí en esos instantes el refugio se encontraba a cincuenta kilómetros escasos de nuestra casa.
Me llevó a mi destino. Ató mis brazos de las cadenas que colgaban del techo. Como me sucede casi siempre los recuerdos después de una sesión son confusos. Golpes, latigazos, pinzas aprisionando mis pezones y los labios de mi coño. Su sabor, su olor, su polla, sus manos..... Todo se funde apareciendo en flashes una y otra vez. Me ata, me azota, me susurra o me grita mientras el dolor embriaga mi mente y el calor de los látigos acarician mi piel. Gimo, grito, estallo.... con los ojos vendados y mi cuerpo aprisionado entre El y la fría pared, entre El y el suelo...
Horas de pasión y de entrega.
Yo se lo pedí..
El me concedió su tiempo.
Calmó mi inquietud y me sumergió un poco más... ese poco más que hace que cada día mi sumisión se incremente lentamente.
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