LA MAZMORRA

"Permanece como estas y portate como lo que eres... una perra sumisa"

 

Bajó las escaleras con una diminuta minifalda vaquera y una camiseta de la que sobresalían sus pechos anillados expuestos por su Dueño a la vista de cualquier vecino afortunado de toparse con tan inusual escena. El latir del miedo y la verguenza en su garganta le cortaban la respiración contra el collar que la mano de su Señor sujetaba firmemente a cada escalón que bajaba.

Delante de la puerta cerrada recibió una orden clara y concreta. Cierra los ojos perra... descalzate y no los abras hasta que Yo te lo diga. Ella obedeció inmediatamente y los cerró sin dudar ¿como podría hacer otra cosa si su vida se había transformado en obedecerle, pertenecerle y entregarle? El tacto de la alfombra sobre sus pies la tranquilizó pero inmediatamente unas pesadas cadenas sujetaron sus muñecas y su cuello para elevarla mientras la inquietud de sentir el frio metal sobre la piel se apoderaba de nuevo de su respiración. Enganchada en sus pezones el peso de otra cadena la hizo gemir de dolor. Ese fue el principio....

Comenzó a escuchar el silbido de las cañas en el aire, el chasquido del latigo en el suelo o la pared... no podía distinguir muy bien donde. El espacio le parecía enorme, infinito. El aire era distinto, la oscuridad era más densa, los sonidos se multiplicaban a su alrededor. La piel le quemaba de los azotes, le dolía y sin embargo sentía una dicha infinita en su interior. La de ser castigada por Aquel que todo lo podía, utilizada por El único que la sometía, mancillada, humillada, insultada y escupida.... Feliz de servir a su Amo.

Le fué permitido por un momento contemplar la pared blanca de hormigón sobre la que pendía desmadejada.. únicamente para ser colocada sobre ella ahora en cruz... como tantas veces había soñado e imaginado leyendo relatos de sumisas. Ahora si era una de ellas, al fin su sueño se había cumplido y podía entregar tanto su placer como su dolor al Dueño de sus fantasías más irrealizables. No sabía lo que le esperaba. Contemplando la tibia luz que lo envolvía todo sus fuerzas flaquearon cuando adivinó que iba a quedarse sola en aquel recinto. Si... no se equivocaba... El se iba. La dejaba allí con la única orden de... Permanece como estas y portate como lo que eres... una perra sumisa. Suplicó que no la dejara. Sus súplicas fueron inútiles porque El simplemente cerró la puerta tras sus palabras. El llanto la inundó. Estaba sola, en aquel sotano, lejos del ruido, sudorosa, y le dolía el cuerpo entero. Porqué le dolía? No sabría expresar si era por los azotes, por la ausencia de su Propietario o... por el deseo quizás?

Si. El deseo de tocarle, El deseo de continuar sirviendole porque ese era el único fin de su existencia. De sentir la marca de su mano sobre su piel, de escuchar su voz, de verle, de ser su perra........ Comenzó a llorar. Su llanto desesperado era el único sonido existente en todo el edificio. Gritó llamándole. Lás lágrimas corriendo por sus mejillas y el latir de su pecho era el único movimiento de la estancia. Tal y como El había ordenado continuaba quieta. Intentaba callar agudizando sus oidos por sentirle, miraba la puerta queriendo atravesarla para verle..... Quizás solo quizás lo que su Señor pretendía era que mantuviera la calma. Que fuera dócil. "Portate bien, portate bien... El regresará pronto... El regresará pronto". Mordía sus labios hasta casi hacerlos sangrar. Luchaba por acallar sus lamentos sin lograrlo. " El regresará pronto... El regresará pronto."

El tiempo pasó despacio o quizás deprisa? Es curioso como todos los sentidos se unen para transportarte en el tiempo y en el espacio y te hacen caer en un estado casi febril. Porque ya no existía nada salvo El y la urgente necesidad de su presencia.

Todo se magnificó cuando la puerta se entreabrió. En su nueva situación transtornada la perra agradeció el regreso de su Señor. Los azotes fueron multiplicados en número y fuerza.... pero ya nada importaba... sólo El. No sentía dolor.... se entregaba dócil y obediente a su suplicio. Inutilmente se esforzaba en besar la mano de su Amo, aquella Mano que guiaba su vida por entero.

Agotada y febril de dolor y deseo su Señor desató dulcemente sus muñecas y tobillos para ordenarla poner a cuatro patas... "como la perra que eres" Y como la perra que era tomó su natural posición y contempló caer las gotas de leche de sus pechos sujetos y amasados por El. Aquello la transtornó aún más de lo que estaba. Aquella perra gritaba por sentir como su Señor la penetraba hasta el fondo, gritaba pidiendo ser azotada más y más, humillada más y más.

"Quiero ser su perra, su sumisa, su puta, su esclava, su niña, su amor. Es lo único que quiero. No tengo nada excepto mi Dueño. No necesito nada más que servir a mi Dueño"

El acabó agotado tendido sobre ella..... la perra sonreía exhausta bajo el peso de su Dueño. Le besó al fin. Y le escucho.... "estás guapa hoy... muy guapa perra".

Gracias Amo por el maravilloso regalo que me hizo el Domingo. Gracias por el maravilloso regalo de servirle cada día. No viviré días suficientes en mi vida para agradecerselo.

Siempre suya

su perra sahra. Propiedad de Jerezano42